Todo por unos dientes fuertes y sanos. ¿Y las encías? Ellas son las encargadas de sustentar la dentadura y, a pesar de este importante papel, son las grandes olvidadas en nuestras bocas. La mitad de la población padece periodontitis o piorrea (inflamación que afecta a la estructura de las encías). "Durante mucho tiempo se ha pensado que el sangrado durante el cepillado era algo normal. Ahora ya se es más consciente de que está relacionado con la enfermedad", afirma Núria Vallcorba, presidenta electa de la Sociedad Española de Periodoncia.
La principal causa de las afecciones de las encías son las bacterias. "Se trata de un tipo muy concreto", explica Vallcorba. En general, las encías enferman a causa de la placa dental, en la que estos microorganismos habitan. Si la placa no se elimina con un minucioso cepillado diario, las encías se irritan y se inflaman. El tejido de las encías irritadas se puede separar de los dientes. Un espacio que las bacterias aprovechan para introducirse en el interior de la encía y continuar promoviendo la irritación. Si no se trata adecuadamente, este proceso puede continuar hasta que el hueso y los otros tejidos de soporte se destruyen.
Pero hasta llegar a ese punto ha de pasar mucho tiempo. La inflamación pasa por varios estadios. El primero, la gingivitis. El signo más visible es el sangrado durante el cepillado, aunque no siempre se da. Este síntoma tan claro queda enmascarado con frecuencia en los fumadores. El tabaco, además de dañar las encías por sí mismo, reduce el grosor de los vasos sanguíneos que irrigan las encías. Llega menos sangre y, por tanto, hay menos sangrado. Lo que no significa que las bacterias no actúen. Por eso también es importante estar alerta ante otros síntomas, como el enrojecimiento de las encías, la retracción, el exceso de sensibilidad o el mal aliento.
La gingivitis se combate eliminando los microorganismos que la ocasionan. "Desaparece con limpiezas de boca y una mejora de la higiene bucal", añade la especialista. Aunque nos lavemos cada día los dientes, el especialista advierte que es muy común que se cometan ciertos fallos al cepillarse, como no alcanzar todas las zonas de la boca o no utilizar correctamente el hilo dental.
Durante el embarazo puede aparecer también la gingivitis. Los cambios hormonales relacionados con la gestación favorecen la presencia de las bacterias que propician la inflamación de las encías. Sin embargo, cuando aparece "significa que el problema ya existía antes, aunque no fuese evidente", explica Vallcorba, que advierte de la necesidad de que cualquier mujer que tenga previsto quedarse embarazada acuda antes al dentista y tenga en cuenta ciertos cuidados especiales. "Los estudios demuestran que una parte de los alumbramientos prematuros ocurren en madres con periodontitis", afirma.
No hay que olvidar que una gingivitis no tratada puede degenerar en una periodontitis, que supone ya un daño sobre la estructura de la encía. Sobre todo si hay antecedentes en la familia, ya que puede haber "una cierta predisposición genética", explica Vallcorba. Llegados a este punto, las bacterias han conseguido introducirse en el interior de las encías, instalarse en el hueso y, en los casos más graves, destruirlo. En los casos avanzados, los dientes pueden tambalearse y, si no se trata, caerse. "Cuanto antes se diagnostique, más favorable será el pronóstico", según la especialista.
Con tratamiento adecuado se puede frenar el proceso y evitar su progreso. La limpieza bucal convencional ya no sirve, con lo que los especialistas deben practicar una limpieza más profunda: introducirse en el interior de la encía para acabar con las bacterias realizando un deshibridamiento gingival. El dentista también puede recomendar medicamentos para ayudar a controlar la infección y el dolor. "Así se logra desinflamar", puntualiza Vallcorba. Ahora bien, llegado este punto también será necesario evitar los factores de riesgo, no fumar y llevar a rajatabla una buena higiene bucal.
En los casos más extremos puede ser necesaria la cirugía. Cuando se ha producido una retracción en la encía (pérdida de encía alrededor del diente), puede realizarse un injerto de este mismo tejido blando, normalmente tomado del propio paciente. "Se extrae del paladar, donde al poco tiempo se vuelve a regenerar", explica Vallcorba. Otros especialistas intentan ganar encía aplicando injertos de AlloDerm o Mucograft, tejidos dérmicos obtenidos de donantes.
También puede ser necesario realizar injertos de hueso para reconstruir o darle forma al hueso destruido por la enfermedad periodontal. Se usan injertos óseos del propio paciente o proteínas estimuladoras que fomentan la capacidad natural del cuerpo para regenerarse. El paciente deberá ser controlado siempre y, además de ser muy escrupuloso y severo con la higiene bucal diaria, seguir controles periódicos. Los fumadores deberían dejar el hábito, ya que los productos químicos del tabaco perjudican el proceso de cicatrización de estas intervenciones.
Signos de alerta
- Sangrado de las encías al cepillarse.
- Encías rojas, hinchadas o sensibles.
- Encías que se han separado de los dientes.
- Mal aliento persistente.
- Pus entre los dientes y las encías.
- Dientes flojos o que se separan entre sí.
- Cambio en la mordida.
Factores de riesgo
- Tabaco. Fumar no sólo daña las encías, sino que también disminuye el efecto de los tratamientos correctivos.
- Cambios hormonales en niñas/mujeres. En algunas etapas de la vida, las encías pueden volverse más sensibles y favorecer la aparición de gingivitis.
- Diabetes. Las personas con esta enfermedad tienen un mayor riesgo de desarrollar infecciones.
- Algunos fármacos. Pueden afectar la salud bucal porque disminuyen la producción de saliva.
- Enfermedades. Algunas enfermedades como el cáncer o el sida y sus tratamientos también pueden perjudicar la salud de las encías.
- Genética. Varios estudios han demostrado que existe una predisposición genética a padecer una enfermedad periodontal.
Fuente: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Cimientos/dentales/elpepusoc/20100213elpepusoc_3/Tes
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