Investigadores británicos aseguran que los efectos de ese mineral no son buenos para niños de menos de seis años, ya que pueden debilitarles el esmalte y los huesos. Muchas pastas de dientes vienen enriquecidas, e incluso también algunas tabletas de chicles. Es uno de los componentes del dentífrico que más se resaltan en las publicidades. “Más flúor” o “extra flúor” parecen ser los mensajes que garantizan los efectos beneficiosos de ese producto, especialmente cuando se trata de combatir las caries. Sin embargo, este mineral, conocido por contrarrestar el déficit de calcio y debilitamiento de los huesos, comenzó hace algunos años a ser fuertemente cuestionado, especialmente al desconocerse las consecuencias que puede tener su consumo en exceso. En un principio, algunas investigaciones demostraron que el flúor no sirve como preventivo, sino sólo una vez que la caries ya está formada. Estudios posteriores demostraron que, en grandes cantidades, este mineral puede provocar lo que se conoce como “fluorosis”, que consiste en el efecto contrario al que se buscaba, ya que debilita el esmalte, provocando más caries, y también los huesos, dando lugar a problemas como la descalcificación y osteoporosis. El problema es que esta sustancia se sigue consumiendo, más allá de las pastas dentales, en productos como tabletas de chicles enriquecidos y ollas o sartenes de teflón que, si están muy rayados, pueden liberar flúor. |
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Por si todo esto fuera poco, ahora un nuevo estudio asegura que los beneficios que tiene para combatir las caries y crecimiento de bacterias en la boca sólo existen una vez que los dientes están totalmente formados, con lo cual los niños menores de seis o siete años quedan afuera. Pero como la higiene bucal debe comenzar alrededor de los dos años de vida, o incluso antes, muchos chicos podrían estar incorporando peligrosas cantidades de flúor a través del dentífrico. | |
Peligros latentes
El trabajo, realizado por un equipo de investigadores de la Facultad de Odontología de la Universidad de Manchester, en Reino Unido, asegura que para prevenir las caries los dentífricos deben tener, al menos, flúor en una proporción de mil partes por millón (ppm). Sin embargo, esa cantidad no es buena para los chicos que aún no tienen los dientes formados del todo, es decir, antes de los seis o siete años. Según los resultados de su última investigación, en la que se analizaron 79 ensayos clínicos con 73.000 chicos de todo el mundo, el uso de dentífricos fluorados, reduce el riesgo de caries en un 24%, aunque si la cantidad de flúor es de menos de 1.000 ppm su eficacia es la misma que las pastas de dientes que no incluyen esta sustancia. Sin embargo, los expertos advierten que utilizar pasta dental con flúor para cepillar los dientes de un niño de 12 meses puede estar asociado con un mayor riesgo de desarrollar fluorosis leve, que puede manifestarse a través de decoloración o aparición de manchas en los dientes. Este peligro persiste hasta los seis años, edad en que los dientes están terminando de desarrollarse. La autora principal del estudio, Anne Marie Glenny, reconoce que “es muy confuso para los padres saber cómo encontrar el equilibrio adecuado, que se agrava por el hecho de que las diferentes empresas utilizan diferentes concentraciones de flúor en las pastas de dientes infantiles”. En ese sentido, la investigadora recomienda a los adultos consultar con el dentista qué dentífrico usar cuando su hijo comienza a lavarse los dientes, teniendo en cuenta que, por un largo tiempo, los chicos tienden a tragar gran parte de la pasta de dientes. Cuidados de por vida Los dientes salen una vez, luego se caen y vuelven a salir. A partir de ese momento, tienen que durar por siempre, y para eso hay que cuidarlos desde el principio. Está claro que a los chicos no les fascina el cepillado bucal, pero es necesario vigilar que lo hagan después de cada comida, porque las consecuencias de saltearse esta práctica después se acarrean para siempre. En principio, es preciso aclarar que, por mucho que un chico se parezca a alguno de sus padres, no hereda de la calidad de los dientes de ninguno, ya sea buena o mala. Lo importante, entonces, son los hábitos que se adopten. En la formación de caries, por ejemplo, intervienen unos microorganismos del sarro, y también el azúcar de la alimentación, que facilita el trabajo destructivo de éstos. Un tercer factor es la composición de la saliva, que desempeña igualmente un papel muy importante. Los primeros lavados de los dientes del bebé pueden hacerse con una gasa una vez al día, teniendo en cuenta que el esmalte es muy blando y sensible. Un buen momento para enseñarles a lavarse es entre los 18 meses y dos años, aprovechando que tienden a imitar todo lo que hacen los adultos. Como no tienen tanda fuerza como para realizar una limpieza a fondo, los padres deberán llevarla a cabo. Para que resulte divertido, se puede comprar un cepillo para su muñeco preferido, y hacerlos “lavarse” juntos. También pueden dejar que sean los pequeños los que laven la boca de sus padres de vez en cuando. Sobredosis Cuando se ponderaban los efectos del flúor muchos países comenzaron a enriquecer con esa sustancia las aguas para consumo humano. Más tarde, antes las serias advertencias científicas, esa práctica se dejó de lado. |