Dientes Longevos

El mejor tratamiento. No hay vacuna contra las enfermedades bucales, cada individuo debe realizar prevención en él y en las personas a su cargo.
Con cierta periodicidad aparecen noticias como “el descubrimiento de la vacuna contra la caries”, “el desarrollo de nuevos dientes” y otras que producen una catarata de consultas de pacientes esperanzados por encontrar una solución rápida, fácil, barata e indolora para sus problemas de salud bucal.

Dichas ilusiones se desvanecen tras consultar a odontólogos responsables, que aclaran a sus pacientes que –si bien la ciencia sí incluye esos objetivos en sus investigaciones–, todavía no hay más que buenos deseos respecto de estas “soluciones milagrosas”.
Sin embargo, los odontólogos no siempre damos malas noticias. También tenemos de las buenas y en gran cantidad, para ayudar a nuestros pacientes a resolver sus dolencias, incluso antes de que se produzcan.
Enfermedades comunes. Según un informe de la OMS, se estima que 5.000 millones de personas en el planeta han sufrido caries dental. Un estudio epidemiológico realizado en el país por la Sociedad Argentina de Periodontología en 2002 mostró que casi 97 por ciento de los argentinos requiere de algún tipo de tratamiento en sus encías. Además de caries, gingivitis y periodontitis existen otras enfermedades de la boca con gran prevalencia en la sociedad. Por ejemplo, el cáncer bucodental es el octavo de mayor frecuencia entre los hombres y afecta entre uno y diez casos por 100.000 habitantes en la mayoría de los países.
Las consecuencias de las enfermedades bucales no son sólo “dolor de muelas”. La caries y periodontitis sin tratamiento –o sin el tratamiento adecuado– también pueden llevar a la pérdida de dientes. Y esta mutilación, ya sea parcial o total, trae consecuencias, no sólo sanitarias, sino también sociales, económicas y laborales. Medidas eficaces. En este marco, las medidas preventivas son las buenas noticias que podemos brindarles a nuestros pacientes. No sólo prevención directa, realizada en el consultorio odontológico o en campañas de salud bucal: la prevención debe realizarla cada individuo en su hogar, en su persona y en las personas a su cargo. Ahí comienza el autocuidado para preservar la salud oral.
Como primera medida, se debe saber si existe la posibilidad de estar enfermo. ¿Qué puedo hacer? Observar y sentir: si un diente duele al tomar o comer alimentos dulces, muy fríos o muy calientes, es probable que tenga caries; si la encía sangra, es porque está enferma. Si un diente o un grupo de dientes se mueve, es porque la encía está enferma, o porque los dientes han sufrido algún traumatismo. Si hay una llaga en el labio, la lengua o las encías, y si no se cura al cabo de diez días, es posible que no sea una simple llaga. En todos estos casos, se deberá concurrir al odontólogo para recibir un diagnóstico y orientación en el tratamiento.
Además de observar, para mantener la salud bucal también puede pedirse al odontólogo que enseñe técnicas de higiene apropiadas para mantener la boca limpia la mayor parte del día. De esta manera, se retrasa la formación de placa bacteriana. Por supuesto, una vez aprendidas esas técnicas, debe haber un compromiso de ponerlas en práctica. Técnicas de higiene dental. En general, es aconsejable cepillarse dos o tres veces al día, preferentemente luego de las comidas principales y antes de dormir. Hay que utilizar un cepillo suave y pequeño, con poca pasta dental. Como mínimo, una vez al día, después del cepillado, hay que usar hilo dental.

Los adultos deben cepillar a los niños desde la aparición del primer diente con elementos propicios. Se debe ser perseverante para fomentar el hábito y que prevalezca en el futuro adulto. Cuando el niño quiera comenzar a hacerlo solo, iniciará la etapa de cepillado supervisado, en la que los padres lo controlan y repasan luego de que el niño termina. Finalmente, cuando el pequeño dibuja y pinta sin rayones, ya está capacitado motrizmente para realizar por sí solo una técnica de higiene bucal eficiente.
Quienes usan prótesis dental deben realizar las maniobras de higiene específicas para cada tipo de prótesis, de manera de evitar reincidencia de caries (si todavía tienen dientes) o el crecimiento de hongos sobre el paladar. También los implantes dentales deben limpiarse y ser controlados profesionalmente en forma regular. Los aparatos de ortodoncia favorecen la retención de comida y la formación de placa bacteriana; quienes los usan deben poner especial cuidado en sus maniobras de higiene. Las personas que tienen exposición al sol durante las horas del día de mayor incidencia de rayos UV deben proteger –además de la piel– sus labios. Así evitarán lesiones.
El tiempo es un factor clave en todas las enfermedades. A más tiempo sin cuidados, mayor daño. Por eso, además del cuidado diario, la consulta periódica al odontólogo es una medida de autocuidado importante.
El autor
Viotti es odontólogo por la UNC y especialista en Periodoncia por la UBA. Dicta cursos de posgrado sobre periodoncia e implantes dentales para el Colegio Odontológico y la Fundación Creo
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PERIODONTITIS

La periodontitis, denominada comúnmente piorrea, es una enfermedad crónica e irreversible que puede cursar con una gingivitis inicial, para luego proseguir con una retracción gingival y pérdida de hueso hasta, en el caso de no ser tratada, dejar sin soporte óseo al diente. La pérdida de dicho soporte implica la pérdida irreparable del diente mismo. De etiología bacteriana que afecta al periodonto,se da mayormente en adultos de la tercera edad; el tejido de sostén de los dientes, constituido por la encía, el hueso alveolar, el cemento radicular y el ligamento periodontal. Diagnóstico Tiene efectos como caries, mal aliento, dolor al masticar y sangrados abundantes y no se contagia por dar un beso, por beber del mismo vaso o por medio de la saliva. Al principio puede manifestarse por una ligera inflamación gingival, con sangrado discreto de las encías al cepillarse los dientes y un cierto grado de tumefacción y enrojecimiento de las encías. Su diagnóstico precoz contribuye a un mejor pronóstico ya que es condición necesaria para frenar su evolución cuanto antes. Signo principal es la formación de una bolsa periodontal por pérdida de inserción, y la forma de medir es por medio de la sonda periodontal. Este procedimiento de periodotología se llama sondaje periodontal y con él los dentistas obtienen la profundidad de sondaje que sirve para medir la afectación que la enfermedad periodontal y la destrucción de hueso que esta ha provocado. Los valores obtenidos con el sondaje de diagnostico periodontal servirán de referencia en los mantenimientos periodontales que se deberán realizar cada 6 meses por el periodoncista.Fumar es uno de los factores de riesgo más significativos relacionados con el desarrollo de la periodontitis. Por otra parte el hábito de fumar o usar productos de tabaco puede disminuir el efecto de algunos tratamientos, además de enmascarar la enfermedad ya que disminuye el sangrado. Además de la placa bacteriana, existen otros factores locales y sistémicos que modifican la respuesta del huésped ante la invasión bacteriana, facilitando o por el contrario retardando el proceso infeccioso, por ejemplo tabaquismo, diabetes mellitus, déficits de neutrófilos (Síndrome de Down, de Papillon-Lefèvre o de Marfan), etc. Sin embargo, es de vital importancia comprender que la única forma de evitar su aparición es manteniendo una adecuada higiene oral y visitas periódicas al odontólogo. La enfermedad en su forma agresiva (periodontitis agresiva) puede aparecer en edades tempranas, evolucionando de manera rápida, lo que provoca la pérdida de piezas dentales en personas jóvenes. Periodontitis simple Es la forma más prevalente. Se hace clínicamente significativa sobre los treinta años de edad y suele estar precedida de una gingivitis. La pérdida de soporte se produce en los periodos activos de la enfermedad. Sin embargo, la presencia de Porphyromonas gingivalis indica una alta probabilidad de periodontitis activa. Periodontitis agravada por factores sistémicos Enfermedades como la diabetes mellitus, la enfermedad de Addison, la enfermedad de Crohn, enfermedades hematológicas o el sida provocan una progresión más rápida de la periodontitis, con diferentes manifestaciones clínicas. Periodontitis agresiva (de inicio precoz) Aparece a los veinte años de edad o antes. Supone, aproximadamente, entre un 10 y un 15% de todas las periodontitis. Periodontitis agresiva localizada Afecta principalmente a los primeros molares e incisivos, probablemente porque ya están erupcionados al iniciarse la enfermedad. Puede progresar a la forma generalizada o, posteriormente, a la periodontitis de evolución rápida. Tanto la forma localizada como la generalizada tienen la misma etiología, pero su presentación depende de la efectividad de la respuesta defensiva del huésped. Existen una serie de factores asociados que son: el déficit en la quimiotaxis de los leucocitos, el número reducido de quimiorreceptores superficiales y la cantidad anormal de glicoproteínas en la superficie de los neutrófilos. Periodontitis de inicio precoz generalizada Puede generarse desde una forma localizada o debutar así. Se distingue de la periodontitis de evolución rápida en función del tiempo de inicio de la enfermedad. Sin embargo, la edad no puede precisarse, pues el tiempo del diagnóstico no coincide con el inicio de la enfermedad. Se relaciona con la presencia de una serie de bacterias como son Actynomices actinomycetem comitans o la Porfiromona gingivalis. Periodontitis de inicio precoz relacionada con enfermedades sistémicas Periodontitis de inicio precoz relacionada con enfermedades sistémicas Consecuencias colaterales Se ha observado que las bacterias presentes en este tipo de infecciones migran desde la boca hasta la circulación sanguínea, lo que produce un daño directo en el endotelio (componente principal de la pared arterial) con la consecuente formación de ateromas (engrosamiento de la pared arterial debido al depósito de colesterol) y trombos. Incluso, en pacientes fallecidos, se han realizado biopsias de ateromas, y se han encontrado bacterias periodontales, patógenos propios de las encías.

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