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» La cáscara de huevo blanquea los dientes sin dañar el esmalte
Así lo comprobó un estudio realizado en la Facultad de Odontología de la Universidad Nacional (UN) de Colombia a partir de un método que carece de los inconvenientes de los tratamientos tradicionales
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Investigadores colombianos desarrollaron un método que demuestra la utilidad de la cáscara de huevo en el blanqueamiento dental, con beneficios como la reducción de costos y el fortalecimiento del esmalte. “En estudios anteriores se había probado la adhesión y la remineralización con este material. Entonces, observamos que los dientes tenían una apariencia más clara al terminar el tratamiento”, explica Paula Vargas, autora del trabajo.
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Con base en este dato, Vargas procedió a comprobar la utilidad de la cáscara de huevo en el blanqueamiento dental. Y no solo la demostró, sino que también determinó que esta sustancia fortalece el esmalte frente a los efectos negativos del tratamiento convencional.
La estudiante asegura que “con el tiempo, mientras más estén en saliva, estos minerales se van a ir pareciendo al esmalte natural”.
El proceso comienza pulverizando la cáscara de huevo y mezclándola con otras sustancias para formar una pasta que se aplica sobre el diente. Con el tiempo, ésta forma un mineral que finalmente se pule.
Esta sustancia es una invención de Édgar Delgado, profesor del Departamento de Química de la UN. El trabajo fue codirigido por Delgado y por la doctora Carolina Torres de la Facultad de Odontología.
“Es un material extraordinariamente económico y ya aprendimos a convertirlo en lo que nosotros queramos”, explica Delgado.
Para su experimento, Vargas utilizó los dientes cordales, sanos y extraídos por motivos de ortodoncia. Se sumergieron en saliva artificial preparada en el laboratorio, y luego se midió su color inicial con base a una escala internacional.
El paso siguiente fue aplicar la sustancia de forma manual, durante seis horas, y pulir los dientes con unos discos de punto fino. Finalmente, otra vez se midió el color de los dientes para determinar la variación entre el inicial y el final.
“Se necesita hacer pruebas en seres humanos. Es muy difícil tener a un paciente sentado durante seis horas. Toca disminuir ese tiempo de trabajo para poderlo aplicar en la clínica”. Frente a este último punto, el profesor Delgado asegura que “hay métodos para estos tratamientos largos como los parches o las cremas que se aplican por etapas”.
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