|
Cuenta la leyenda que pocos minutos antes de morir el cuerpo de Walt Disney fue introducido en una cámara y congelado a bajas temperaturas para que, cuando la ciencia avanzara, pudiera ser resucitado y sanara su pulmón enfermo. La verdad es que nada de eso ocurrió y la historia forma parte de la fantasía que envuelve la vida del creador de Disney World.
Sin embargo, la posibilidad de congelar células (una célula es la unidad morfológica y funcional de todo ser vivo) para “despertarlas” varias décadas después no es ciencia ficción. De hecho, en nuestra ciudad funciona desde hace treinta años uno de los bancos de células más importantes del país.
La colección tuvo sus inicios hace unos 32 años en el Instituto Multidisciplinario de Biología Celular (Imbice), que depende de la Comisión de Investigaciones Científicas bonaerense (CIC) y del Conicet. Allí, el biólogo de la Universidad Nacional de La Plata, el Dr. Miguel Reigosa, comenzó a congelar las primeras células.
“Cuando las sacás se asombran, porque te ven mucho más viejo”, dice con humor el investigador y profesor de la Facultad de Ciencias Naturales de la UNLP, en diálogo con Hoy.
En la actualidad, el Servicio de Cultivos Celulares y Banco de Células -a cargo de Reigosa- cuenta con alrededor de 70 líneas celulares de diferentes especies. “Tenemos células humanas, de mamíferos, peces y mosquitos, entre otras. La forma de extracción puede ser, por ejemplo, a través de la sangre o tejidos”, explica.
Por la gran diversidad en el origen de las células congeladas, el banco platense es uno de los más importantes del país. Brinda servicio técnico asistencial a los diferentes laboratorios de investigación del Imbice y a investigadores de otros centros científicos del país que lo requieran, incluyendo el mantenimiento y la preservación de las células in vitro.
Muchos se preguntarán para qué sirve un banco de células. Al respecto, Reigosa señala que tiene múltiples utilidades.
Una de las ventajas de contar con células humanas, por ejemplo, es que las mismas pueden vivir y reproducirse en un recipiente sin necesidad de tener a la persona presente a la hora de hacer determinados estudios, como es el caso de una biopsia hepática. “Podemos transformarlas y estudiar su fisiología”, detalla. También son una herramienta de trabajo fundamental para los científicos que deben experimentar con animales de laboratorio, porque contando con ellas no necesitan sacrificarlos.
El servicio cuenta con convenios de colaboración en investigación sobre “biocompatibilidad y citoxicidad” de materiales usados en medicina reparadora. Lo que realizan, por ejemplo, es probar implantes dentales para ver si son biocompatibles con distintos tipos de células. Es decir, si hay una integración ósea con el implante.
El servicio cuenta con convenios de colaboración en investigación sobre “biocompatibilidad y citoxicidad” de materiales usados en medicina reparadora. Lo que realizan, por ejemplo, es probar implantes dentales para ver si son biocompatibles con distintos tipos de células. Es decir, si hay una integración ósea con el implante.
También hacen el control de biomateriales que se utilizan en prótesis, como válvulas cardíacas obtenidas del cerdo que luego se cosen en el corazón humano. Con las células pueden estudiar si se produce rechazo.
El equipo de expertos está integrado, además, por Daniel Castrogiovanni, Julieta Parisi y Ana Laura Di Virgilio.
Un curso sobre las aplicaciones terapéuticas
Este mes se dictará una nueva edición del curso de posgrado Cultivos celulares y sus aplicaciones, organizado por el Instituto Multidisciplinario de Biología Celular (Imbice).
El curso es auspiciado por la Facultad de Ciencias Naturales de la UNLP y dirigido por Miguel Reigosa y Alejandro Bolzán.
Según sus organizadores, el objetivo del mismo es “alcanzar habilidades y destrezas en técnicas de cultivo celular y tisular; interpretar la importancia de los cultivos celulares en la investigación biológica y en la elaboración de productos; adquirir bases conceptuales sobre los diferentes tipos de sistemas de cultivos en líneas celulares establecidas y preservadas en nuestro banco celular”.
También “conocer las principales aplicaciones diagnósticas y terapéuticas de las técnicas de cultivos de células; producción de hibridomas (anticuerpos monoclonales); obtención de células madre; relacionar los procesos de transformación celular in vitro con los acontecidos in vivo”.
El curso se dictará en la sede del Imbice, en 526 entre 10 y 11. Es coordinado por Daniel Castrogiovanni y colabora Julieta Parisi.
0 comentarios:
Publicar un comentario