Las cremas dentales, los enjuagues bucales, la sal y el agua tienen esta sustancia que genera problemas de salud, si su consumo no es controlado. Martha Calle, odontóloga e investigadora de la Universidad Nacional, recuerda haber visto a niños que llevaban crema dental en sus loncheras para comérsela como si fuera una golosina, porque el sabor a chicle o tutifruti los atraía. A simple vista, parece una costumbre extraña, pero inofensiva. Sin embargo, el flúor que contienen estas pastas dentales resulta ser peligroso, pues se adhiere a sus huesos y dientes para generar un efecto contrario al que se busca. |
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El flúor es una sustancia empleada para proteger los dientes de las caries, pues el esmalte dentario se hace más resistente y las bacterias no pueden desmineralizarlo con facilidad.
Pero cuando se consume en exceso, se altera la superficie del esmalte y permite que las bacterias 'taladren' las piezas dentales hasta hacer un orificio y ocasionar que se pierdan los dientes. | |
El peligro del exceso
Hace ya 10 años, esta odontóloga, junto con Édgar Delgado, químico y docente de la Universidad Nacional, realizó una investigación, por iniciativa de una estudiante de odontología, en Agua de Dios (Cundinamarca), pues la mayoría de los niños presentaba manchas en los dientes. La investigación determinó que todos los pequeños, entre 7 y 14 años, que hicieron parte del estudio presentaron intoxicación por flúor y encontraron que se debía al tipo de agua que consumían, pues se abastecían de una fuente natural que estaba enriquecida con este elemento químico. Además del agua, los niños o adultos pueden intoxicarse por comerse el flúor de la crema, los enjuagues bucales, la sal a la que le adicionan esta sustancia, y en las visitas al odontólogo. En este último caso, los especialistas no tienen cómo determinar que el pequeño tiene exceso de flúor, a menos que se haya hecho evidente por las manchas blancas o color café, que ya no pueden eliminarse. No existe un método de diagnótisco acertado que permita evaluar fácilmente cuando hay flúor de más. "Tenemos falta de recursos tecnológicos y normas o protocolos para el manejo de flúor en promoción oral", señalan los expertos, haciendo referencia a las jornadas de higiene que se realizan en colegios a todos los niños, sin determinar que cada pequeño necesita o no una dosis de flúor. Los investigadores de la Universidad Nacional se reunieron con la administración distrital de Agua de Dios, después de obtener los resultados de sus observaciones y gracias a esto, el agua que hoy reciben los pobladores es tratada y sin adición de flúor. En Bogotá, por ejemplo, el agua no lo posee, pero entre el 18 y 20 por ciento de quienes viven en la ciudad presentan fluorosis, según el equipo de expertos de la Universidad Nacional. Según Martha Calle, los alcaldes deben conocer la calidad de sus aguas en cada municipio, pues no es necesario añadirles flúor, debido a la amplia oferta que existe en el mercado con productos que cuentan con este químico. El exceso de flúor que queda en los huesos los debilita y por esa razón puede presentarse osteoporosis o fracturas, como las de cadera, que parecen estar en aumento. En el caso de los dientes, de no tratarse a tiempo, es posible que estos se pierdan. Además de los productos para la higiene oral, los alimentos preparados de fábrica pueden tener grandes concentraciones de sal, por eso hay que tomar medidas preventivas para diminuir los riesgos de intoxicación. Cómo prevenir el exceso de flúor desde el primer cepillado Los hábitos de higiene oral se enseñan desde el primer momento, pues los bebés necesitan que les limpien las encías. Esto se hace de manera sencilla con una gasa húmeda envuelta en el dedo de los adultos, que luego se pasa por la boca del bebé. En el mercado existen productos como cepillos o siliconas que permiten limpiar más fácilmente. Algunos adultos consideran innecesario limpiar los dientes temporales, ya que terminarán por caerse. Sin embargo, del cuidado de esta primera dentadura dependerá que la definitiva tenga espacio para salir y una buena base (las encías). Los padres deben acompañar en el cepillado a los niños hasta por lo menos los 3 años de edad, cuando ellos puedan coger el cepillo por sí mismos. Después deben ejercer una vigilancia, para que los pequeños no se pasen la crema dental, pues el flúor empezaría a acumularse en sus dientes y huesos. Existen cremas que no están adicionadas con esta sustancia. No se recomienda emplear grandes cantidades, pues esta apenas sirve para refrescar el aliento. Tampoco es aconsejable que los niños empleen enjuagues bucales, pues no los necesitan. Los niños no saben hacerse una higiene oral adecuada si los padres no se lo enseñan, así que es importante crear hábitos de limpieza haciéndolo un momento agradable y divertido. El azúcar es el mayor generador de caries, así que los niños deben cepillarse después de ingerir un alimento dulce, porque las bacterias tienen un metabolismo acelerado que las hace reproducirse rápidamente. No deben dormirse con el tetero en la boca o después de comer golosinas sin lavarse los dientes. |
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» Exceso de flúor genera intoxicación en el organismo, principalmente en los niños