Los implantes dentales son toda una revolución, vinieron a solucionar problemas que antes sólo se arreglaban con cirugías dolorosas y que no corregían completamente el problema. |
La perdida de las estructuras dentales, compromete integralmente a un individuo, inhabilitándolo en sus aspectos físicos, psicológicos y sociales. Es por ello que el avance de la odontología restauradora en el último tiempo, y la aparición de los sistemas adhesivos e implantes dentales ha revolucionado la calidad de vida de muchas personas. Los implantes dentales son unas prótesis que se colocan en el hueso mandibular o maxilares creando una base sólida sobre la que se pueden efectuar restauraciones de dientes individuales, como prótesis parciales o totales y funcionan igual que nuestros dientes originales. Actualmente se trabaja con dos materiales el titanio puro y el titanio recubierto de hidroxiapatita. Esta intervención tiene tres finalidades: funcional y estética; frenar la reabsorción ósea y disminuir la sobrecarga de las piezas remanentes. Los implantes oseointegrados de titanio fueron descubiertos de forma accidental a partir de unos estudios realizados por el investigador sueco Per Ingvar Branemark en 1965, quién instaló unas microcámaras de titanio en huesos de conejo para testear la microcirculación de aquellas piezas óseas, cuando quiso retirarlas se dio cuenta que no pudo; se habían "pegado al hueso". De acuerdo a la doctora Helga Villaroel, especialista en rehabilitación oral e implantología del Centro Médico Vidaintegra, el momento preciso para hacerse un implante es cuando no existe pieza dentaría. "En la actualidad se puede reemplazar la dentadura completa, algunas piezas o sólo una de ellas. La gran ventaja de esta tecnología es que la eficiencia funcional y estética del diente sobre el implante de titanio es casi del cien por ciento con respecto a una pieza natural. Al mismo tiempo al ser una rehabilitación individual no daño a los dientes adyacentes", enfatiza la profesional. El tiempo que demoran las piezas de titanio en integrarse al hueso de los maxilares, lo que se denomina, "tiempo de espera", es variable. En el maxilar inferior en la zona anterior se demoraría alrededor de cuatro meses y en el maxilar superior, seis meses aproximadamente, tiempos que se han ido reduciendo con el tiempo. Entre los pacientes que no pueden hacerse este tipo de tratamiento, se encuentran las personas diabéticas descompensadas, ya que presentan problemas en su microcirculación, tampoco las personas que han sido sometidas a tratamientos de radiación por cáncer ya que tienen disminuida su irrigación sanguínea en el hueso. Otro grupo son los pacientes fumadores, estos deberían dejar de fumar antes de ser sometidos a este tipo de intervención. En el caso de los niños, no es recomendable si son menores de 16 años. La idea es que alcancen su máximo de crecimiento para evitar atrofias en la zona del implante. Finalmente es importante destacar que lo fundamental en el caso de los implantes oseointegrados de titanio es que se determine un buen diagnóstico antes de iniciar un tratamiento. No todos los pacientes pueden quedar con dientes de un día para otro. |
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