-Del Blog: http://dentistaroquetas.blogspot.com/-
Siempre cuento la misma historia a mis pacientes cuando vienen preguntando por el tratamiento de Ortodoncia (generalmente preguntan por brackets o más recientemente por un anuncio de TV en el que gente con los dientes correctamente puestos fingen llevar férulas supuestamente invisibles):
"El tratamiento de ortodoncia tiene tres partes:
- La primera el estudio previo
- La segunda que es la fase activa de tratamiento, la colocación de brackets, arcos, ligaduras, y demás cachibaches ortodónticos (podría ser útil enseñarlos algún día en el blog, me lo apunto para el futuro)
- Y la última parte: el mantenimiento. "
Ya este primer día les digo a mis pacientes que para mí el mantenimiento es la parte más importante del tratamiento, ya que todos pretenden llevar un sólo aparato en la vida y que se les mantengan los dientes rectos, pero que la naturaleza per se lo que tiende no es a enderezar los dientes sino a torcerlos, por lo que mantener los resultados del tratamiento es una tarea tan ardua o quizás más, que colocar y recambiar ligaduras y arcos.
Obviamente cuando al paciente aún no se le ha hecho ni el estudio, nos escuchan atentamente pero no saben bien de qué hablamos. En cambio cuando desmontamos los aparatos olvidan completamente aquella primera conversación y piensan que el final del tratamiento ha llegado. Les hago caer en su error y les recuerdo nuestras primeras palabras cruzadas.
Al poco tiempo, tarde o temprano, alguno/a trae la idea que le ha contado un vecino, un primo o que ha visto por internet, de colocarse un alambrito para pegar sus dientes: les parece ideal, de esta manera los dientes quedan pegados totalmente, ya no se mueven y ya no hay nada más que hacer,ni de lo que preocuparse.
Me costaba mucho convencer a mis pacientes de que pese a que esta opción parece la más lógica y cómoda, encierra un peligro silente, y es que nunca sabrán si el alambrito funciona hasta que deje de funcionar (es decir, hasta que se le tuerzan los dientes de manera irreversible). Ellos me miraban con cara de pocos amigos, unos se resignaban a seguir con mis planes y otros insistían en el alambrito... hasta que me llegó este paciente cuyas fotos he enseñado un par de docenas de veces ya desde que las hice (de hecho no llegué a borrarlas de la tarjeta de la cámara pese a vaciarla varias veces para poder enseñarlas fácilmente).
Este paciente llegó a mi consulta (no es un paciente mio de ortodoncia, vino por otro asunto) y cuál fue mi sorpresa al ver lo que yo siempre les había vaticinado a mis pacientes: un alambre inútil. Vean, vean como el alambre está perfectamente adherido a sus incisivos, pese a lo cual éstos se han movido.
Lógicamente la única opción para reconducir este caso pasa por un nuevo aparato, e imagínense la alegría del paciente por el método retentivo que eligió su anterior dentista.
Así, quería traer este caso como preludio de mi descanso estival precisamente porque desde aquel día descansé, feliz como ahora, al comprobar cómo no voy tan desencaminado al no optar en mantener todos mis casos ferulizando los dientes con alambre.
Un saludo cordial.
0 comentarios:
Publicar un comentario